El Ministerio de Liberación
El ministerio de liberación no es un ministerio separado, sino que va unido al ministerio de evangelización. “La Iglesia se mira así misma como enviada por Cristo a predicar el Evangelio a todas las criaturas y proclamar que el Hijo de Dios, por su muerte y resurrección nos ha liberado del poder de Satanás y de la muerte; y nos ha llevado al Reino de su Padre”. La misión de la Iglesia espera que al proclamar la Palabra, ésta vaya acompañada con señales milagrosas, incluyendo la liberación (Cf. Mc.16:14). Satanás es el gran enemigo de Dios que obstaculiza nuestro encuentro con el Señor. Por lo tanto debemos conocer su forma de proceder, para estar prevenidos para sus ataques y asumir responsabilidad para combatirlo.
La actividad maligna de Satanás tiene varios grados: La tentación – Las tentaciones que provienen directamente del demonio, como las de Cristo en el desierto, pueden conocerse por su astucia, por su fuerza e insistencia y por la manera repentina y violenta como se presentan. Oposición – Satanás y sus espíritus malos tratan de prevenir la predicación del Evangelio. El enemigo trata de bloquear, para que personas vengan al Señor o evitar el crecimiento espiritual de los cristianos. Opresión – La acción satánica de manera parcial sobre algunas áreas de nuestra persona. Aquí las personas experimentan ataques compulsivos en uno o más aspectos de su conducta personal, como: drogas, alcohol, sexo, depresión severa y tendencias suicidas. Posesión – La ocupación del cuerpo de una persona por Satanás, él cual ejerce dominio directo sobre el mismo, de suerte que el endemoniado deja de tener domino total o parcial de sus actos. Es ésta posesión total cuando el exorcismo es adecuado.
Todo bautizado debe orar por sus hermanos, pero se debe discernir con prudencia cuando se trata de sanación interior o de oración por la liberación de espíritus malignos. Confrontarse con espíritus malos sin la debida preparación es una imprudencia que debe evitarse. En casos de posesión es recomendable consultar con el Párroco de la Iglesia o con algún sacerdote que puede proveer orientación o referencias y así proceder con cautela.
Recomendaciones
1) Los que forman un equipo de oración de liberación deben ser personas aprobadas en la fe (nunca recién llegados). Personas consagradas de buen testimonio de santidad dentro y fuera de la Iglesia; fieles a la asistencia de la Iglesia y obedientes a su autoridad; personas de oración; conocedores de la Biblia; maduras y emocionalmente equilibradas; prudentes; capaces de escuchar y trabajar en equipo; que no buscan llamar la atención sobre su persona.
2) Se debe pedir mucha sabiduría para poder discernir si estamos tratando con un caso de opresión maligna, o solo de un caso de enfermedad física, sicológico o emocional.
3) Durante la oración se debe evitar la gritería y el emocionalismo. El poder para liberar está en nuestra fe en Jesús.
4) La oración de renuncia es muy importante, pues la persona oprimida debe asumir la responsabilidad de hacer un pacto con Dios, indicando que no volverá a practicar la situación o volver al lugar que le causó la opresión.
5) Después de la oración de liberación, el equipo ha de cuidar que la persona siga recibiendo apoyo espiritual y creciendo en la vida cristiana.